Crónica del Campeonato Regional por Equipos.

 

Dijo Dios: <<Haya luz>> y hubo luz. Y vio Dios ser buena la luz y la separó de las tinieblas. Y a la luz llamó día, y a las tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero.

Hízose para algunos la luz a las 9.15 del día primero, y para otros más escarmentados en estos menesteres a las 9.45. La hora desprogramada para la partida estuvo cercana a las 10.00, previa toma de contacto en un bar cercano. La distribución fue, cuanto menos, premeditada: el “enemigo” en un mismo vehículo para evitar el contraste de pareceres que a la postre serían inevitables.

La primera parte del trayecto discurrió entre rectas, curvas, cuestas, camiones y algún que otro extraño al volante. El coche P hizo honor al nombre del bar durante la primera de las paradas. Tras el correspondiente intercambio de opiniones entre ambos conductores, las cosas siguieron desarrollándose según las características propias de los vehículos. En la segunda parada de rigor, recarga de combustible y cigarrito a cien metros del lugar.

Tras llegar a la ciudad de destino, muchos pensamos que estábamos en la M-30. Tras unas interminables decenas de minutos llegamos al hotel. Corrimos un tupido velo con el “enemigo” y pedimos las habitaciones: una triple y una doble. Nuevamente la distribución estaba premeditada: los ronquis 1, 2 y 3 a la triple y el resto a la doble (!! excelente jugada). El equipo de los ronquis (en adelante equipo R) decidió seguir una estrategia distinta al equipo del ilustrísimo (en adelante equipo I). Tres verbos claves describen la operación de deposición del equipaje en la habitación del equipo R, a saber: dejar, plantar y arrinconar. La acción inmediatamente consecuente con los mismos suele ser “tomarse una caña”. Por el contrario, el equipo I prefirió el verbo ordenar. La acción lógica asociada es “organizar y velar por el interés común del equipo”.

La primera comida fue seleccionada, buena, rutinaria y cara. A las 17.00 h empezaba la primera ronda. No es conveniente a los intereses de esta crónica, y de la página web donde se publica, centrarse en los contenidos puramente deportivos. Aun así, daremos unas breves pinceladas para que la misma no quede desalineada. Tras la primera jornada asomó a la cabeza el Leyenda, en altiva actitud: “ahora tenéis que pillarnos”.

Como de costumbre, noche de rigor: salir a seleccionar locales. Tres fueron los componentes del club agregados a señoritos (el equipo I y un miembro del equipo R), como tres fueron los sitios agregados a favoritos: “el nº 10”, “el que hace esquina” y “el subterráneo”, y como tres eran tres las hijas de Elena…y ninguna buena. El primero de los locales presentaba una apariencia más tranquila, con música a decibelios más razonables y mayor movilidad corporal. El segundo no era apto para claustrofóbicos, mientras que el tercero presentaba características adecuadas para la conversación (“Los niveles acústicos de este local pueden perjudicar gravemente su salud “, como rezaba el cartel de la entrada). Tras esto, el componente del equipo R se diluyó en la lejanía del sonido ambiente hasta desaparecer…

<<Guardate de decir cosa alguna, ni en bien ni en mal>>

El segundo día discurrió con tranquilidad. Descubrimos que también las comidas estaban premeditadas y que en la habitación del equipo R cada noche se escuchaba una sinfonía de banyo en Re menor.

Las características de la sala de juego/comedor invitaban a la desconcentración en algunos momentos de las partidas (aunque el Chambao ayuda a superar estos pequeños inconvenientes). Respecto al ámbito deportivo, nos aupamos al segundo puesto al término del día (ya no había que coger a algunos). Surgió también dicho día la figura del “Gran Capitán” (en adelante G.C.), cuyas dotes de mando en el equipo y su capacidad analítica le permitían seleccionar al equipo que consideraba más adecuado en cada momento. Esto es ya un avance respecto al tradicional método del sorteo, o como diría Homer Simpson: “pinto, pinto gorgorito…”. Con ello, los descansos matinales tras las largas noches de juerga no resultaban especialmente complicados para el G.C.

Nuevos vocablos vinieron a ampliar el vocabulario de los miembros del club. La mayoría de ellos surgían durante las comidas. Véanse algunos ejemplos:

La segunda noche fue de trámite. Tras unos instantes en alguna terraza donde compartimos lazos de unión con el G.C y algunos miembros de otros clubs, pasamos a corroborar la proporción de 80-20 en los locales agregados a señoritos así como el estado catatónico de alguno de los miembros del club.

Nuevamente Mr. Badulaque se retiró a sus aposentos difuminándose en la lejanía del sonido ambiente… La noche no duró mucho más.

Dijo Luego <<Júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos, y aparezca lo seco>>… Y vio Dios ser bueno.

“Un agua” fue precisamente lo que nos llevamos el tercer día tras la ronda matinal. El equipo líder a la sazón, Parque Sur, sin forzar mucho la máquina, nos endosó un 3,5 a 0,5, afianzándose en el primer lugar de la clasificación, que ya no abandonarían durante el resto del torneo. Por la tarde, volvieron a cerrarse las aguas sobre nuestras cabezas, nueva derrota que nos dejaba sin opciones de lucha por el segundo puesto. La equipación naranja no parece venirnos bien. Los cimientos del club empezaban a tambalearse…hasta que llegó la noche que todo lo cura.

La hora de la cena sirvió para la tradicional sesión de “risoterapia”, que luego no lo fue tanto cuando se nos dio a entender que el segundo plato de la cena consistía en revuelto de nada con salsa de aire. Con cara atónita miró nuestro ilustrísimo al yogur y preguntó cortésmente a los camareros por la carne para acompañarlo. Finalmente todo quedó en un improvisado susto.

La última noche comenzó en una terraza. El miembro del equipo R dividió la noche en tantas partes como llamadas telefónicas efectuó. Estuvimos a punto de llamar a los Guiness para asegurarnos la obtención de tan preciado record. Cuando por fin recobramos parte del influjo sobre él la batalla estaba ya perdida…la sonrisa perenne abarcaría lo que quedaba de noche (K.O. técnico). El ilustrísimo sorprendió manteniendo el pabellón bien alto: “aunque desfallezca en el intento, a éste de la bici le paso yo corriendo”. Ese es el espíritu.

A mitad de la noche se hizo un intento fallido por determinar el significado de “calle paralela”. Nos despedimos de los locales agregados. Se echó en falta al G.C. Comparamos con el resto del ganado…poco más que añadir.

Y rematada en el día sexto toda la obra que había hecho, descansó Dios el séptimo día de cuanto hiciera…

El último, fue día de trámite. Había poco en juego y los resultados fueron los esperados.

Hubo quien osó no aceptar unas tablas y lo pagó caro. Aun así, pudimos partir antes de lo previsto hacia casa. Agregamos un nuevo viajero en el viaje de vuelta. Primer tramo hasta infantes. Despedida del ilustrísimo. Segundo tramo hasta Ciudad Real. “No te preocupes que el coche está en rodaje”. No falla, somos esclavos de nuestras palabras. 1 pirula, 2 semáforos y circular en régimen de infracción permanente así lo atestiguan.

Llegada a Ciudad Real. Mensaje al móvil del “algo menos ilustrísimo” y respuesta de 3,14larín. En el fondo es buen chico…

 

Clasificación final:

Puesto
Club
Puntos
1
Parque Sur
17
2
La Roda
16,5
3
Talavera
14
4
Ensanche
13,5
5
Ciudad Real
13
6
Ocaña
12,5
7
Escaques
12,5
8
Amigos Caja Rural
12,5
9
Zugzwang
12
10
Leyenda
12
11
Tarazona
11,5
12
Ateneo
8,5
13
Peña A. Conquense
6,5
14
Villafranca
6

Suerte a Parque Sur y a La Roda en el Campeonato de España.

 

P.D.: Tal vez el Zugzwang rompiese anteriormente la imbatibilidad de Toledo. Crónica Ajedrez ND

 

Reseñas finales: repertorio de Andrés Montes:


Excelentísimo e Ilustrísimo D. Antonio Castellanos Bógalo

 



Caja Rural VS Zugzwang

 

 

Ciudad Real VS Talavera

 

 

Escaques VS Villafranca

 

 

Leyenda VS Ocaña

 

 

Una de las imágenes del torneo: el A.I. Andrés Martínez Cebrian (La Roda) durante su partida con Ángela Alcaraz (Parque Sur) en la última ronda del torneo.

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