Crónica Benasque 2015

O fenómeno se dejó caer a horas tardías por Madrid alegando un supuesto ágape en su honor, y en el de otras tantas personas más, que este año han decidido dar carpetazo a la dura, poco gratificante y nada reconocida labor académica.

Llamada al móvil para anunciar su llegada y misma pregunta y respuesta de todos los años: “¿dónde andas?” “estoy aquí”. “Aquí” comienza, pues, nuestra misión, en la que este año obviaré los aspectos cronológicos como consecuencia del funcionamiento en diferido de nuestros respectivos cerebros durante buena parte del viaje, lo que sin duda atenúa los momentos de lucidez a la hora de redactar.

La elaboración, por primera vez, de un tercer cd musical al objeto de dar justa continuidad a los dos primeros evitó, al menos en el trayecto de ida, las arduas sesiones de grupos sicodélicos alternativos.

Parada técnica en Alquézar para cenar; pueblo con encanto y muy bien escondido del Somontano de Barbastro (que no es un vino, sino una comarca), con una población estimada de 300 simpáticos lugareños, 4 cabras y 2 perros. Aparte de su reconocido casco histórico, Patrimonio de la Humanidad, destaca su aparcamiento de 150 plazas, de las que 149 estaban libres.

Tras el necesario refrigerio retomamos el rumbo y, ya cerca de destino, nos topamos con un control de los señores agentes. Busco 50 céntimos en el bolsillo al ver la cara de estupefacción de Javi quien, poco tiempo después, confesará haber estado haciendo un cálculo mental de las cañas que llevaba y recordando viejas anécdotas en las que se sintió agraviado al verse parado por sus amigos mientras que a otros más lordcuaces se les franqueaba el paso con total impunidad.

Llegada a Llanos del Hospital a la 01:30 hora Zulú y petición/súplica por parte de nuestro Algo Menos Ilustrísimo de no madrugar al día siguiente, contradiciendo la máxima y paternal orden (vestida con piel de consejo) de nuestro Lord: “lo que hagas el primer día, condicionará el resto de tu estancia”.

Día tranquilo el siguiente, de regocijos y felicitaciones por el cuadragésimo quinto cumpleaños de nuestro Presidente Títere. Para celebrarlo, bajamos a tomar unas cañas a Benasque sin retrovisores en el coche. El nuevo modelo Itech permite mantenerlos plegados durante el trayecto cuando detecta que el conductor se guía por campos magnéticos. Esto, junto con su tecnología “manos al volante” con emisión de tranquilizadores pitidos cuando el Comandante despegaba sus extremidades superiores para acompasarlas con la música del coche, nos hizo percatarnos de la influencia que las nuevas tecnologías tienen en nuestras vidas. Tras encontrarnos con Sevillano en una terraza, quien no dudó en calificarnos como “los dos marqueses”, tuvimos un agradable coloquio acerca del ingenio de Churchill y del Conde de Romanones.

Tarde dedicada al backgammon, acicateada con la ya típica apuesta de invitación a crepes con chocolate por parte del perdedor. Parcial de 5-2 para Javi “estamos en el ecuador”. Resultado final de 5-10 para Chiqui “jugoooon”.

El último día en Llanos lo dedicamos a hacer la clásica subida al Portillón, a la altura de las grandes etapas del Giro o del Tour. Inicio turbulento el nuestro, al olvidar nuestro Algo Menos Líder Espiritual las llaves de su coche en la terraza de nuestro hotel, lo que se tradujo en una cara de angustia para cuya superación solo fue posible el regreso al punto de partida. Afortunadamente, la distancia recorrida hasta el momento de lucidez fue de escasos 100 m. Caras posteriores de satisfacción tras el titánico esfuerzo en la coronación del referido accidente geográfico, habida cuenta de que el año pasado nos dimos media vuelta con bastante antelación. A la bajada decidimos, por sugerencia del Comandante, finalizar la etapa con el apoyo de modos de transporte colectivos mecanizados. En palabras de O Fenómeno: “no tenemos que demostrar nada a nadie”. El viaje de vuelta estuvo amenizado por una conversación entre el conductor del autobús y tres mujeres que hacían las veces de dobles españolas de las Chicas de Oro.

Lo que restó de estancia en Alta Montaña la pasamos leyendo un poco, a tenor de otra máxima que reza “lo bien que te lo pasas en los viajes es inversamente proporcional al número de páginas que lees”. Y a partir de nuestro afincamiento en Benasque, leer, lo que se dice leer, leímos poco.

Intento frustrado, un año más, de dejar los tubos humeantes por parte de nuestro ex-enólogo, quien se pasó buena parte del viaje bebiendo cerveza sin alcohol, alegando que le resultaba igual de apetecible. Supongo que es la respuesta natural a la progresiva pérdida de papilas gustativas. En lo que respecta al tabaco, se queda más tranquilo después de autoconvencerse de que la contaminación de Madrid sería, en realidad, más perjudicial para sus pulmones.

Bajamos al día siguiente hacia Benasque para instalarnos en el Hotel Aneto. Por el camino, nuestro Alto Mando me confiesa su última historia de amor por la naturaleza. Anoche, una araña de tamaño considerable pululaba cerca de su ventana. Como no veía ningún método adecuado para expulsarla de su habitáculo, decidió consultar por internet la variedad de arácnido. Tras comprobar que, efectivamente, se trataba de una araña venenosa, la dejó donde estaba y se fue a dormir con la tranquilidad de quien sabe que todo está en orden.

El nuevo alojamiento de este año presentó claroscuros. De una parte, la evidente ventaja de que el “panoramic lift” permitiera visualizar con suficiente antelación la llegada y salida de clientes del hotel hizo rectificar algún movimiento de recogimiento en la habitación por otro de cañas en terraza. El comedor del Aneto, parecido al del Gran Hotel e incluso con la misma carta, presentaba un detalle de agrado: aperitivo de pa amb tomaquet con ajo. La experiencia gastronómica, no obstante, se excedía levemente en los platos de cuchara con el abundante uso de guindillas cero-cero.

Se destapó rápidamente el pastel sobre los nuevos pasatiempos del Comandante con el creciente nerviosismo de los mercados a colación de la crisis griega, no compartido por nuestro asesor bursátil, quien trataba de encontrar una explicación lógica a las fluctuaciones de la Bolsa habida cuenta de que el PIB de Grecia es menor que la capitalización bursátil de Apple.

Subieron a la nave, este año desde el principio, el segundo segundo de a bordo, alías Alcázar, y el tercer segundo de a bordo, alias De Vega (cuyo amor por Roman Dzindzichashvili está fuera de toda duda), con quienes compartimos numerosas cenas, que giraron en su totalidad hacia el ámbito de las matemáticas, dado que tres cuartas partes de los reunidos profesaban esta disciplina con carácter cuasireligioso. Baste, para que el lector se haga una idea, enunciar someramente el corolario al Teorema de Pierlinsky o Transformada de Swatch: “Sea F una función bifurcable, autofiltrable y un tanto compleja, cuya sucesión de valores en los enteros tiende a pi…”

El segundo día en Benasque pudimos compartir una noche de intensa rivalidad futbolística entre Argentina y Chile, de resultas de la disputa de la final de la Copa América. Las numerosas aficionadas chilenas y argentinas que este año se decidieron a jugar el torneo animaron con sus cánticos un partido soso a más no poder. No pudiendo soportar más el somnoliento encuentro (que me recordó épocas pasadas cuando algún amigo me llevaba a ver apasionantes partidos del estilo Atleti-Racing), y tras completarse la primera parte de la prórroga, el Comandante y yo abandonamos el recinto en busca de un cubata, aunque eso significase seguir los previsibles penaltis por el móvil. Tal como vaticinó NostraJavus, el Pipita fallaría el suyo y Chile (seguramente asesorada por Nash), ganaría la final. Touché!

En otro orden de cosas, este año, debido a la diferencia de ranking entre el afortunado Javi y su adlátere, la posibilidad de que nos tocase jugar juntos se encontraba un punto por encima de probable y dos por debajo de remota. Mis continuas insinuaciones acerca de su materialización, aderezadas con muestras de felicidad incontenible, provocaron una extraña actitud defensiva en nuestro co-Presidente, similar a cuando tratan de quitarle una tapa, dando por respuesta un “¡nuestra partida no va a ser estratégica, así que yo que tú iría a la farmacia a por pastillas contra la tensión!”. Posteriormente, quizá movido por un sentimiento de culpabilidad, corrigió este rudo comentario quitando tensión al asunto: “si ganas, te vuelves en bus”. Como en cualquier caso me convenía pasar por alto dichas amenazas, hago una anotación negativa en su hoja de servicios y decido posponer el asunto hasta la próxima reunión de mandos.

En el plano deportivo, además de nuestra negativa a participar en el torneo de mus este año y de la nueva derrota contra la selección de Benasque, resaltar quizá la pérdida de una partida de nuestro Comandante por jaque mate, cosa que hacía bastantes años que no acontecía. Esto se explica por el inconfundible optimismo y carisma que desprende nuestro jugador y que le lleva, en posición forzosa de pérdida de partida, a recibir el denominado Mate de Simpson: “¡que me salvo! ¡que me salvo!”…”¡Mate!”. “¡Ups!”.
La penúltima y última ronda del torneo contaron también con sus dosis correspondientes de humor: Javi, que sabía que jugaba a mi lado en la ronda 9, en una memorable imitación de Santi Salas decidió, sin consultar los carteles con los nombres, que el único sitio posible debía ser sentarse a mi derecha, cosa que hizo sin pestañear, mientras mi estupefacto rival observaba mi dedo índice señalando el tablero de Javi y, con un movimiento circular por encima de mi cabeza, el tablero opuesto. Amplia sonrisa de Javi, algún gesto de nerviosismo con la silla y, finalmente, logra concordar color y número de mesa (“dejadme tranquilo, que yo sé lo que hago”). No menos reseñable fue la actitud de Chiqui la noche anterior a la última ronda del sábado por la mañana cuando, ante la ausencia de tiempo material para compatibilizar cenas, festejos y trebejos, decidió soltar otra vieja y conocida frase de Santi Salas: “mañana, sacaré el talento”. A las 23:00 horas, el talento se retiró bajo la atenta supervisión de Komodo 9.

Los paseos por los alrededores, en especial Anciles, también fueron una constante durante nuestra estancia en las proximidades del Ésera. Una ocasión tuve para poner en práctica lo que se ha venido en llamar “la colleja asesina”, pero el hecho de que el encuentro con nuestro Comandante fuese frontal, y no por la espalda y a traición como gusta a Lord, impidió que mi impecable maniobra, salpimentada con un giro con tirabuzón, llegase a buen puerto…   

Como se ve que el número de actividades de nuestro Presidente Títere en su vida cotidiana es claramente insuficiente para llenar todo su espacio vital, ha tomado la determinación de aprender a tocar algún instrumento. Mi recomendación, la flauta dulce, por su comodidad y lo barato de su adquisición, no pareció congratular a nuestro futuro Mozart, que está llamado a cotas más altas, por lo que no ve inconveniente en rasgarse un poco el bolsillo cosa que, por otra parte, pone de manifiesto los múltiples descosidos de su indumentaria habitual, algo que en adelante no deberá preocupar lo más mínimo a nuestro hombre excedentario…

De vuelta ya hacia los Madriles intento, con encomiable persistencia, ocultar los cds ajenos al buen gusto, para lo cual procedo a la lectura de sus títulos y autores, dándome de bruces con el hecho de que nuestro Comandante elige, como arsenal para su guantera, aquellos discos originales sin ninguna clase de inscripción en los mismos, sólo colores. Un rictus de disgusto se refleja en mi rostro mientras escucho el no menos clásico “pon ese, que está bien”. Segundos después nos encontramos escuchando a Beck cantar en castellano el estribillo “Yo soy un disco rallado. Yo tengo chicle en el cerebro”. Como diría Giii: “Tito Javi, ¡no tiene gracia!”

Tras rogar al Altísimo poder conciliar el sueño durante unas horas, hicimos una parada técnica en Medinaceli, para contemplar su arco romano, sus estrechas calles y su amplia plaza, todo ello en 23 interminables minutos bajo un sol de justicia.

A media tarde llegamos a Madrid, café en el irlandés del Barrio (más barato que los de Sepúlveda) y se da por finalizada nuestra misión, algo mejorable este año en el aspecto gastronómico, ante la ausencia de la tradicional cena en Anciles y bastante mejorable en el terreno deportivo y en el acompañamiento: la ausencia de Lord, referente incuestionable en nuestras vidas, se notó y mucho…

ATRAS