Crónica “BENASQUE 2011 ”

Muchos días después, frente al ordenador de su casa, el Webmaster del Zugzwang había de recordar aquella tarde remota en que su Presi-Títere lo llevó a conocer la nieve. Los Llanos del Hospital era entonces una casa rodeada de barro y cañabrava construida a la orilla de un río de aguas diáfanas a las que se precipitaban las turistas con escasa capacidad de salto. Afortunadamente, en aguas benasquesas no habitan los temidos delfines de la US-Navy, aunque es posible toparse con el Gran Jefe Aurum Cabeza Parda.

Pero la llegada a la zona fue más compleja de lo inicialmente previsto. La geometría espacial nunca fue el fuerte de los formadores españoles. Su principal teorema “a menor bulto, mayor claridad” parece, año tras año, incompatible con las ingentes cantidades industriales de productos de belleza cuyo imprescindible uso, al parecer, trae aparejado experiencias sensoriales casi místicas.

Los clásicos errores a modo de tópico “los 70 fueron buenos años” y “Franki siempre suena bien” nos acompañaron durante la mayor parte del recorrido. Una vez ubicados en los abiertos páramos, los baños de barro y las carreras de 15 metros, hicieron las delicias de propios y extraños.

Ya en la zona noble del pueblo, la masificación de tiendas puso a prueba la honradez en el comportamiento consumista del equipo, cuyo porcentaje quedó fijado en el 66,66% periódico puro… digo, revista pura. En tales circunstancias, el apoyo incondicional de los miembros no corrompidos es básico para la estabilidad del grupo: “uno para todos…”

Pero salir de compras tiene más enjundia de lo que parece, en especial si uno es víctima del clásico ‘cierre a lo Genaro’. El razonamiento lógico que hay detrás de esta milenaria técnica, viene a decir que “en época de crisis, hay que aparentar ser el más fuerte”. Un recurso táctico que ya había sido empleado años atrás por nuestro ‘entrañable’ Presidente, en un adelantamiento sin par a un biciclo en la temible cuesta de Cerler, durante la crisis de los treintaytantos…

En el otro lado de la horquilla, cabe decir que la atención de los camareros siempre ha sido un referente en la zona. Su peculiar comportamiento ya fue descrito hace muchos años, con gran precisión, por el célebre naturalista Félix Rodríguez de la Fuente: “El Camararius Benasqués se distingue principalmente por su agudeza visual, lo que le permite encontrar sus presas a kilómetros de distancia. Para ello, hace valer su potente cuello, erguido en posición de displicencia, y parapetado tras la entrada a su guarida”. En dos ocasiones tuvimos la oportunidad de contemplar dicho ritual, al que pudimos sumarnos acompañando la austeridad de gestos del Camararius con respectivos desplazamientos de sitiums.

Pero no deberíamos obviar que la gastronomía de la zona es la ‘piedra angular’ que el equipo acostumbra a llevarse a… Y para ello, qué mejor que entrar en Anciles escoltados por dos miembros de la familia de los équidos, que produjeron algún que otro sobresalto, a pesar del conocido refrán: “de cornada de burro, no vi morir a ninguno”. Breves referencias a la arquitectura ba’roca’ no pudieron delatar ningún comportamiento delictivo, ante la ausencia de la mayor parte de las distinguidas ‘cabezas visibles’ del equipo.

El plato más habitual del torneo fue el “pescado con retortijones”, lo que nos hizo sospechar que algún miembro del equipo padecía una rara alergia a los animales marinos (a excepción del marisco, claro), que motivó una férrea defensa del chuletón español. La guarnición de las comidas: órdenes vestidas con piel de peticiones, hacía parecer que el mundo fuese tan reciente que muchas cosas careciesen de nombre, y para mencionarlas hubiera que señalarlas con el dedo.

En el plano deportivo y mental, el comportamiento del grupo fue un espejo en el que algunos se acicalaron y otros se estrellaron.

Y pasando al apartado de vicios menores, el último grito: tabaco de liar. Claro, con un condicionante algo menos evidente “hay que saber liarlo” o, en su defecto, hacerse con una máquina que lo haga por uno.

Pero el torneo, en su globalidad, no sería entendible sin la “frase maestra”. Aquella que, cual canción del verano, retumba con estruendo en los oídos de quienes la sufren y queda, a la postre, para las generaciones venideras. El contexto, un futuro torneo en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no voy a acordarme. Las condiciones de contorno, la supuesta calidad de los participantes en el evento. El desarrollo de la trama, una inscripción ya realizada y una amena lectura de nombres propios. El resultado, “una cosa es un torneo, y otra una lapidación”. Lo que parodiando al rival del conocido boxeador Víctor “Puños de Hierro” Fernández, se traduciría en un “no voy a saliiiii”.

Lo que restó de torneo transcurrió plácidamente entre Colosales despistes y despistados, reconfortables masajes de lluvia nebulizada, records del minuto, magistrales lecciones Avrukhianas y Nickfirmianas, y el recuerdo de tiempos mejores cuando T-Rex dominaba el mundo.

Y justo cuando todo estaba listo para el planificado regreso, nuestro nunca atento Presi Títere se percató de que la rueda trasera derecha, del que a la postre debía ser nuestro modo de transporte, no estaba operativa. Brazos en jarra y mirada perdida en el cielo, parecía preguntarse si estaría limpio el techo, mientras se leía nítidamente su bocadillo “collons” (catalan interjection).

Unas rápidas lecciones adquiridas tras la visualización de varios premios de F-1 permitieron resolver el conflicto batiendo el record de la hora. El desapriete de los tornillos, cuya forma es algo más regular que las gambas, como bien es sabido, puso a prueba el manejo del gato y la llave: Javi para Pablo, Pablo para Javi, y aquello parecía crónicas de un pueblo…

Corolario Final de Saltarum-Le Combus: Sea F una P-brana bifurcable, autofiltrable y un tanto compleja, cuya sucesión de estados vibracionales en el espacio de kaluza-klein compactizado tiende a fotonizarse hacia un punto-partícula del espacio tetradimendional, entonces se deduce que la observabilidad de las dimensiones adicionales quedan al descubierto en lugares montañosos de baja gravedad y a pequeñas escalas de longitud de Planck y tintos de Duero.


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